La formación humanista del médico era para William Osler un complemento tan valioso para la práctica clínica que no se cansaba de aconsejar la lectura sosegada y reflexiva de textos no técnicos. “Cualquier trabajo profesional”-les decía a los estudiantes de medicina de la Universidad de Toronto en 1903- “tiende a estrechar el entendimiento, limitar el punto de vista y dejar un sello inconfundible en cada hombre… las naturalezas ardientes, intensas, absortas en sus estudios rápidamente pierden interés en todo excepto en su profesión, mientras que otros intereses y facultades enmohecen sin usar.” Con comentarios similares a los largo de sus discursos Osler anima a sus oyentes a buscar una educación superior que entendía como aquella que capacita al hombre para buscar con entusiasmo la perfección ideal en el sentido platónico de la misma. Y en esa tarea la lectura desempeña, en su opinión, un papel fundamental.

Osler subraya la importancia del contenido de estas lecturas y genera una lista de libros de cabecera para estudiantes de medicina que podréis encontrar más adelante en está entrada, pero también da importancia al hábito: “Por muy apretada que tengáis la agenda del día, para hacer el mejor uso posible de vuestro talento, o de los diez que hayáis recibido, no descanséis satisfechos con la formación profesional, antes bien procurad alcanzar la educación sino de un erudito de un caballero”. Él mismo, hizo acopio de su consejo y es notable la influencia de estas lecturas, derivando en un estilo literario muy personal que trataba también de aplicar en sus textos científicos como en “On malignant endocarditis” publicado en The Lancet en 1885. En otra entrada del blog he profundizado sobre los beneficios de la lectura de literatura en el médico y en el estudiante de medicina y más adelante quizás añadamos otra sobre la concepción holística de la historia del paciente que imperaba en el siglo XIX y en la que aspectos relacionados con la vivencias y experiencias del paciente convivían con los científicos del caso clínico ofreciendo una visión completo del enfermo y no sólo de su enfermedad. Osler parecía compartir estas ideas.
En un “Estilo de vida y otros discursos con comentarios y anotaciones”, compendio de algunos de lo discursos más importantes que Osler ofreció a estudiantes y colegas, se nos ofrece un anexo con las recomendaciones de aquellas lecturas que Osler consideraba fundamentales para alcanzar esta formación humanista. Osler además recomendaba realizar una lectura programada de las mismas; “antes de entregaros al sueño leed durante media hora y por la mañana tened un libro en vuestro tocado. Quedaréis sorprendidos de cuanto puede conseguirse en el curso de un año”.
He aquí la lista de estos libros y algunos comentarios al respecto que desarrolla en su discurso “La palabra clave en Medicina” impartido en la Universidad de Toronto en el año 1903.
- La Biblia. Viejo y Nuevo testamento. Osler destaca especialmente el aprendizaje que puede extraerse de Job y David, de Isaías y San Pablo.
- Obras completas de Shakespeare; “Enseñados por Shakespeare podréis medir vuestra talla intelectual y moral con singular precisión”. Las referencias a Shakespeare en los discursos de Osler es abundante y su lectura debió de causar, igual que ocurrió en otros muchos autores y continua ocurriendo en la actualidad, una profunda impresión.
- Ensayos de Montaigne. “Os enseñará moderación en todas las cosas y estar marcado con el sello de “su tribu” es un privilegio especial”.
- Vidas Paralelas de Plutarco.
- Meditaciones de Marco Aurelio.
- Obras de Epícteto.
- Religio Medici de Thomas Browne. Osler estuvo profundamente influido por esta obra, de hecho le dedica un discurso completo. Llegó a afirmar “debe ser vuestro compañero de bolsillo”. Quizás en otro momento hablaremos de ella.
- Don Quijote de la Macha de Miguel de Cervantes.
- Ensayos de Ralph Waldo Emmerson.
- La serie de la mesa del desayuno de Oliver Wendell Holmes. “Podréis obtener una filosofía de la vida peculiarmente adaptada a las necesidad de un médico“.
- Escritos de Platón. Platón era el referente de razonamiento para Osler. A los estudiantes les recomendaba “Jowet os introducirá al gran maestro, el único que nos permite pensar a ciertos niveles, y cuya perpetua modernidad sorprende y deleita. Una búsqueda concienzuda del ideal platónico de perfección puede enseñaros las grandes lecciones de la vida”.
Los libros que Osler recomienda ejercieron ciertamente una clara influencia en su pensamiento según se puede deducir de las frecuentes referencias que a ellos se hace a los largo de las obras que nos ha legado, a modo de discursos en su mayoría. La lista y los consejos de Osler podrían verse a los ojos del hombre del siglo XXI, de algún modo desfasados. Son recomendaciones influidas por las creencias religiosas del autor así como la cultura de la sociedad americana de finales del S. XIX. Los hábitos que sugiere, podrían ser difícil de cumplir hoy en día, pues el teléfono móvil y otras pantallas electrónicas ocupan el lugar de honor en la mesillas de noche, y esa media hora que Osler pide para la lectura es fácil que se consuma vagando por hilos vacíos de contenido de un páginas web o de las redes sociales que pueblan un internet efímero, orientado al consumo rápido y no reflexivo.
En cualquier caso merece la pena detenerse y reflexionar sobre el valor de la recomendación de Osler. Quién haya leído a Cervantes, Shakespeare o Marco Aurelio entenderá en toda su profundidad el auténtico valor de su mensaje. La vida no es igual después de haber interiorizado el drama quijotesco tanto en la versión de Alonso de Quijano como en la de Sancho Panza, o después de haber dudado junto con Hamlet o Segismundo de la realidad, o después de haber reflexionado sobre la muerte con Marco Aurelio y haber tratado de entender el modo de de vivir estoico, teniendo a la muerte siempre presente como nuestra inevitable compañera de viaje que es. Quizás los médicos, más que otros profesionales podamos entender con mayor profundidad estas cuestiones. Y estos no son más que destellos de unas pocas estrellas dentro de un universo literario que nos ayudan a entendernos a nosotros mismos y el mundo que nos rodea. Estas lecturas ofrecen una visión de la humanidad en su complejidad que enriquecen la experiencia de la vida permitiendo vivirla de un modo más auténtico. Y así ocurre también con la experiencia clínica y el contacto con otras personas y sus enfermedades.
Osler avisaba; “la educación es la base de la opinión y de la acción, y está puede ser una individua muy voluble fácilmente manipulada por la prensa diaria o la instrucción al azar desde el púlpito, la tribuna o las revistas. Esta educación alcanza la mejor y más duradera forma si es buscada conscientemente”. Sorprende lo vigente de su comentario más de un siglo después donde los peligros son aún mayores con las redes sociales como generadores de opinión o la divulgación de noticias no contrastadas por una mala prensa. El pensamiento crítico se hace más necesario ahora que nunca, y la lectura de piezas como las sugeridas, y de otras muchas que no están ahí, ayudan a crearlo. Gracias Osler, por recordárnoslo.
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